Sentado
en medio de la noche mientras
escribía
prosa me atrapó una gélida neblina,
desconcertado
deje de escribir para observar a mí alrededor,
el
ambiente se puso tétrico y desolador que no logre ver nada,
solo
mi pluma escribiendo sólo palabras incoherentes,
sin
sentido, su tinta era de un color sangre,
de
pronto un aullido tembloroso rompe el silencio,
se oye
el grito de una mujer con voz estrepitosa diciendo
escríbeme,
escríbeme, la niebla se puso más intensa,
unos
rayos caen del cielo sin rumbo y a lo lejos se oye
entonar
una melodía lastimera,
y yo
paralizado escuchando aquella triste melodía,
era
como si el sonido me hubiera hechizado sin poder moverme,
la
mujer se apareció enfrente de mí y me hizo escuchar
más de
cerca aquella melodía, era un poema triste hecho canción,
mientras
yo aterrado sin tener voluntad propia,
aquella
mujer me susurra al oído diciéndome este poema es de
un
poeta olvidado que en el tiempo sus versos quedo y yo era su musa.
Y la
niebla más intensa que no dejaba ver las luces del lugar,
y de
mis ojos cae una lágrima al oír esas palabras mientras la melodía sonaba,
la
mujer repetía escríbeme, escríbeme cada vez más lejos su voz se oía mientras
la
niebla desaparecía y los rayos dejaban de rugir,
en un
instante en mi mano un papel y en él las palabras escríbeme,
escríbeme
con tinta color sangre, era lo que mi pluma estaba escribiendo.
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